Sobre todo, se establece el espíritu de cualquier comunidad por las relaciones entre la gente y su alrededor: justo por esta interacción van formándose diferencias culturales y económicas del lugar concreto.
Puede ser que la presente definición suene demasiado general y científica, pero la ciudad de Golegã demuestra el cumplimiento de la definición en la práctica. La tradición de la producción local y la prosperidad salen de la secular capacidad de aprovechar oportunidades ofrecidas por el paisaje que, formado por la llanura típica con aluviones antiguos, atrae a los visitantes a primera vista. En el borde del plano de la región Reguengo de Toxe, poblada desde hace muchos años (Oliveira, 2006), el río Tajo «fluye por el paisaje encontrándose con la ciudad con el templo manuelino más hermoso de todo el país» (Sequeira, 1953) y se confluye con el Almonda. Justo aquí fue creada y construida la ciudad de Golegã - mientras en otras sedes se priorizaba la agricultura, la ganadería y la pesca, esta ciudad se había formado con fines de la defensa.
Hoy, mostrando perfectamente las raíces de la ciudad, el símbolo del caballo recuerda muchos siglos en los cuales el movimiento de la gente y de la mercancía no se hubiera prescindido de este animal majestuoso. Mucha gente sólo había pasado por la ciudad, pero otra se había asentado allí empezando a explorar las oportunidades ofrecidas por aluviones antiguos. Pues, al final, también se empezó con la agricultura y la ganadería en combinación con una excelente ubicación de la ciudad en el camino antiguo del Rey de Lisboa a Porto.
De eso resultan la originalidad e identidad cultural de la ciudad Golegã derivadas de las condiciones geológicas y físicas. En la ciudad hay dos influencias interesantes: por una parte, costumbres agrícolas rurales basadas en las tradiciones de muchas generaciones que vivían en este territorio. Por otra parte, una mezcla cosmopolita de la gente que llegan a la ciudad para comprar animales para enriquecer la diversidad y la calidad de sus capacidades ecuestres. Pues, en Portugal, siempre se consideraba la equitación como un elemento primario del patrimonio cultural y una de las condiciones para asegurar la independencia del país.